Prevención en el consumo de drogas

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El consumo de drogas es cada vez más preocupante en nuestra sociedad, y si bien se difunde mucha información al respecto, a la hora de prevenir muchos padres se preguntan qué hacer. En diálogo con Utilady Magazine, la licenciada en psicología clínica, Carola Diamondstein -con una larga trayectoria en el área de prevención del uso de drogas- nos brinda algunas respuestas.
 
El uso de drogas es una problemática compleja cuyo abordaje preventivo se inicia en las escuelas cuando los chicos empiezan la etapa de la adolescencia. Una edad difícil y conflictiva que provoca cambios en la conducta de los jóvenes y cuyos síntomas, a veces, pueden confundirse con el de la utilización de drogas. A nadie escapa el hecho de que la droga mueve grandes intereses a nivel mundial y de que es, ni más ni menos, el segundo negocio más renta­ble, después del tráfico de armas. Vivimos en un contex­to social donde la droga se va imponiendo de manera muy sutil, donde inclusive los adultos recurren al uso de sustancias para paliar el stress y las tensiones a las que se ven sometidos en la vorágine de la vida cotidiana.

Según la licenciada Diamondstein "los intereses son muy claros y explícitos en los narcotraficantes, pero muy sutiles en otros medios. Ciertas películas, cierto discurso de la música o la publicidad, inducen solapa­damente al consumo de sustancias que aparecen como posibles dadoras de felicidad y bienestar. Pero el objeto a consumir, trátese de drogas legales, psicofármacos, alcohol o drogas ilegales, está muy lejos de responder a las necesidades profundas del ser humano". La reflexión parece empezar entonces por entender que existe un marco social que predispone fácilmente a la frustración y a la angustia. "La incapacidad de la so­ciedad de consumo para canalizar sanamente las de­mandas de un espacio protagónico y participativo para nuestros jóvenes, y la presión social, son factores im­portantes que se ponen en juego alrededor de este te­ma", afirma la licenciada.

Teniendo en cuenta la situación a la que se enfrenta un adolescente es necesario destacar un aspecto clave que determina conductas y decisiones: la calidad de los vínculos personales y de los lazos familiares.

La oferta de droga, por sí misma, no produce un droga-dependiente. Hace falta una decisión personal de usarla. La misma se verá fortalecida si la necesidad de afecto, de diálogo y de autorrealización no se hallan contenidas en el marco referencial que es la familia. La tarea de la prevención se inicia en el grupo familiar, y lograr que éste reciba un mensaje tan temprano y articulado como sea posible, es la mejor respuesta social que se puede generar para encarar esta difícil problemática.
 

Como debe ser la prevención en el consumo de drogas

 
La prevención es la realización de diferentes acciones que ayuden a evitar que un hecho se produzca. Es ope­rar sobre las causas. En la drogadependencia, es infor­mar sobre los daños que producen las drogas, pero fun­damentalmente es ayudar a que la gente tome concien­cia de que hay que crear un conjunto de actitudes, hábi­tos y valores, que estén en contra del uso de drogas.

Su objetivo es desarrollar una personalidad segura de sí misma y fortalecida en su autoestima, de manera que cuando aparecen las dificultades no se recurra a res­puestas ilusorias, como son las drogas. La prevención directa comienza específicamente en sexto grado, con charlas y debates en las escuelas.

La licenciada Diamondstein, que realiza su tarea fundamentalmente en colegios, clubes e instituciones, afirma que "la elección de la pubertad como etapa de Inicio de la prevención a nivel escolar no es azarosa, sino que se ha elegido por­que a partir de los once o doce años el chico comienza a viajar solo, a salir con sus amigos, y no está permanen­temente al cuidado de sus padres" y agrega que "en ese momento surgen las primeras inquietudes".


  -¿Cómo se comportan los jóvenes en las charlas?

La actitud en general es de gran interés. Los jóvenes de hoy muchas veces están mejor informados que los adultos, porque han visto a alguien fumar, se la han ofrecido, o tienen algún amigo que se droga. Ante esto, lo fundamental es escuchar y dar Información adecuada a la edad y a la demanda, no articular un discurso mo­nótono y repetido.

 Usted trabaja en prevención di­recta. ¿Qué opina de las campañas de prevención masiva?

La prevención masiva, a través de campañas que se difunden en los medios de comunicación, permite a la sociedad tomar conciencia del problema, pero muchas veces se difunden mensajes erróneos. Las campañas que orientan hacia el miedo, del tipo "la droga mata", carecen de la claridad necesaria para explicar un pro­blema tan amplio. Los jóvenes de hoy muchas veces prueban un cigarrillo de marihuana generalmente in­ducidos por sus amigos, y cuando fuman se dan cuenta de que la droga no mata, por lo menos no en un primer momento. Así, el mensaje del miedo cae automáticamente. Las campañas más efectivas son aquellas que muestran imágenes verdaderas, las que hablan de cómo la droga entra Insidiosamente, genera hábito, y va ocupando espacios importantes en la vida de quien la consume.

La etapa difícil de la adolescencia

La adolescencia es considerada una edad especialmen­te vulnerable para el uso de drogas, ya que se viven es­tados emocionales inestables, donde el joven se va desprendiendo de la dependencia de sus padres y co­mienza a desarrollar su propia personalidad. La adolescencia coincide también con la crisis de la mi­tad de la vida de los padres, cuyos propios conflictos pueden restar energía y atención hacia los hijos. Si se sienten agredidos, cuestionados por los hijos -y no en­tienden esto como parte del lógico proceso de separa­ción del adolescente- pueden tener mayores dificultades en responder con claridad a las exigencias del joven.

-¿Qué cosas deben tener en cuenta los padres en este período?

-Muchos síntomas del uso de drogas se asemejan a los de las crisis adolescentes. Por ejemplo: angustia difusa, sin un motivo aparente. Nerviosismo, apatía, dificultades en la concentración, dificultades para dormir. Ataques de agresividad. Timidez. Cambio permanente de ami­gos, sin presentar a los mismos en la casa. Encerrarse en el cuarto. Si los padres observan que estas caracte­rísticas se agudizan y se profundizan cada vez más, no deben ignorarlas. Esto no quiere decir que el chico esté consumiendo o que se encuentre en situación de riesgo, pero es conveniente advertir estos cambios y generar en el hijo la confianza suficiente para hablar.

-¿Podríamos, entonces, pensar en la familia como vanguardia de la pre­vención?

-Sin duda que sí. La prevención comienza desde la cu­na, y aunque muchos padres quisieran una receta o una fórmula, no la hay, como tampoco las hay para la crian­za. Sólo hay principios generales que cada familia pue­de aplicar a su manera. La familia sigue siendo el punto de apoyo que puede ayudar a evitar una desintegración de valeres, como vemos que ocurre en otros países. En la Argentina todavía se cree en la familia. Esto no quiere decir que frente a un caso de dependencia a las drogas los padres tienen toda la culpa, ni que las causas del uso de drogas residan solamente en lo familiar. Es un conjunto de cosas que incluye lo social.

-Como encarar el dialogo con los chicos

"Muchos padres preguntan cómo hablar a los hi­jos sobre las drogas", dice la licenciada. "Esto de­pende de muchos factores: la edad del chico, qué es lo que ya sabe, en qué medio se mueve, cuáles son sus intereses. Muchos padres piensan, con razón, que hablar a los hijos sobre las drogas puede constituirse en un estímulo para la curiosidad. Por eso es importante que se plantee naturalmente, sin formali­dad. No conviene llegar a casa y decir 'hoy vamos a ha­blar de la droga', porque sería un tratamiento artificial que puede producir efectos contrarios a los buscados". Los estímulos cotidianos -un comentario en la televi­sión, una situación de amigos, una tarea escolar- pueden ser el disparador que permita al padre o a la madre pre­guntar con naturalidad sobre las experiencias y opinio­nes del chico. Primero hay que escuchar lo que el hijo sabe sobre el tema. Si un padre se apura a hablar -por­que el tema lo pone ansioso- no sabrá lo que el chico ignora o conoce y, en consecuencia, no le dará la res­puesta que necesita.

Para poder hablar sin temor de to­do esto se requiere reflexión y disponibilidad de tiempo. También los padres deben permitirse tener dudas y no conocer todas las respuestas. En este caso, la sinceridad de ambas partes ayuda a construir respuestas en nnún. Decir al hijo "te quiero", abrazarlo, respetar sus ideas y deseos, parecen cosas obvias y de tan obvias a veces se olvida que son fundamentales. Esto no significa que un joven se convertirá en adicto si alguna vez le faltan esas manifestaciones. Pero la ausencia reiterada de estas ex­presiones de amor pueden socavar la confianza del niño en sí mismo y volverlo temeroso o resentido. La comprensión, el diálogo y el afecto siguen siendo, aún hoy -más allá del escepticismo de nuestro tiempo y del predominio del "tener" por sobre el "ser"- la columna vertebral de los seres humanos. De su carencia y olvido se nutren los grandes problemas de la humanidad.