Vidas arruinadas y vidas perdidas

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Las drogas funcionan como un mazo", sefiala el doctor Eric Nestler. De hecho, un solo golpe con estos mazos químicos puede ser mortal. "Por ejemplo, se sabe que el crack ha matado a algunas personas la primera vez que lo tomaban", indica el libro Drugs in America.

La nueva oleada de drogas sintéticas puede ser igual de peligrosa. "'Los jóvenes incautos que compran drogas en una fiesta rave no tienen ni idea del coctel químico que va a bombardear su cerebro", dice la publicación World Drug Report, de las Naciones Unidas. Sin embargo, para la mayoría de los jóvenes, el descenso a las profundidades de la drogadicción es gradual, como lo ilustran los siguientes ejemplos.

Una forma de huir de la realidad

Pedro se crió en una familia de nueve hijos, en un barrio peligroso de la ciudad espafiola de Córdoba. Tuvo una infancia traumática debido al alcoholismo de su padre. Cuando tenia 14 anos, su primo le dio a fumar hachis, y en un mes ya estaba enviciado. "Tomar drogas era un pasatiempo —explica Pedro—, una forma de huir de la realidad y de formar parte del grupo. A los quince anos empecé a complementar el hachis con LSD y anfetaminas.

El LSD era mi droga favorita, y con el fin de obtener dinero para comprarla,  principalmente hachis. Una vez, e tomar una dosis de LSD, no pude dormir en toda la noche : que me había vuelto loco. Esta experiencia . Me di cuenta que si seguía drogándome, acabaría preso o muerto. Llegue a táller una grave adicción al LSD. hasta el punto de que cada vez necesitaba una dosis mayor para alcanzar el estado de eufatemorizadores efectos, no podía parar. No veía una salida.

Cuando combinas las drogas con el alcohol. cambia tu personalidad, a menudo se vuelve violenta. El deseo de conseguir mas drogas es tan fuerte que anula por completo tu conciencia. La vida llega a ser como una montafia rusa en la que se pasa de un estado de euforia a otro."

Inmersa en el mundo de las drogas

Ana, la esposa de Pedro, se crió en España, en un entorno familiar agradable. Cuando tenia 14 años conoció a unos chicos de una escuela cercana que fumaban hachis. Al principio, su comportamiento extravió le repelía, pero a Rosa, una de sus amigas, le gustaba uno de los muchachos. Este convenció a Rosa de que fumar hachis no era perjudicial y de que le encantaría, así que lo probo y después paso el cigarrillo a Ana.

"Me sentí muy bien, por lo que al cabo de unas semanas lo fumaba diariamente —dice Ana—. Como un mes después, empecé a tomar también anfetaminas, puesto que el hachis ya no me proporcionaba tanto placer.

"En poco tiempo, mis amigos y yo estábamos completamente inmersos en el mundo de las drogas. Hablábamos de quien podía tomar mas droga sin efectos secundarios y quien disfrutaba del mejor 'viaje'. Fui abandonando poco a poco la vida normal, casi nunca asistía a clase. Y cuando el hachis y las anfetaminas no me bastaron, empecé a inyectarme un derivado de la morfina que obtenía en diferentes farmacias. Durante el verano acudíamos a conciertos de rock al aire libre, donde siempre resultaba fácil conseguir drogas como el LSD.

"Un día mi madre me sorprendió fumando hachis. Mis padres hicieron todo lo que pudieron por protegerme. Me hablaron de los peligros que entra fiaba tomar drogas y me aseguraron que me amaban y que se preocupaban por mi. No obstante, yo no deseaba su ayuda, pensé que se estaban entrometiendo en mi vida. A los dieciséis años decidí marcharme de casa. Me uní a un grupo de jóvenes drogadictos que recorrían España vendiendo collares hechos a mano. Dos meses mas tarde, la policía me detuvo en Málaga.

 "Cuando las autoridades me entregaron a mis padres y estos me recibieron con los brazos abiertos, me avergoncé de lo que habla hecho. Mi padre estaba llorando y nunca antes lo había visto hacerlo. Lamente haberlos herido, pero mi remordimiento no fue lo suficientemente fuerte como para dejar el mundo de la droga. Seguí consumiéndola todos los días. A veces, cuando no estaba bajo sus efectos, pensaba en los riesgos que corría, pero no por mucho tiempo."